Al frente de la pelea por la reforma política, está una red de ONG que ya capacitó a 60.000 ciudadanos para fiscalizar. Presionan para que se aplique la boleta única.

Claudio Bargach es el coordinador de un conjunto de organizaciones de la sociedad civil que desde 2007 vienen luchando por la transparencia de los procesos electorales. La red se llama Ser Fiscal y surgió para brindarles a los partidos políticos herramientas que les permitan combatir algunas de las irregularidades que son moneda corriente en todos los comicios.

Según Bargach, en las Paso del 9 de agosto, el 74 por ciento de las denuncias que recibió la Red en todo el país tuvo que ver con el robo de boletas.

Por eso, Ser Fiscal tomó la decisión de impulsar ante la Cámara Nacional Electoral (CNE), y ante el propio Gobierno la aplicación de un paliativo para el próximo 25 de octubre: la Boleta Única Complementaria (BUC).

Se trata de la misma papeleta que se usa en las cárceles para que voten los presos y en las embajadas y consulados para que sufraguen los argentinos que viven en otros países. Contiene todos los candidatos, de todos los rubros, de todos los partidos.

–El 9 de agosto ustedes realizaron un monitoreo de delitos electorales en todo el país. ¿Qué resultados obtuvieron?

–El 74 por ciento de las denuncias que recibimos en tiempo real fueron por robo de boletas. El resto fue por ausencias de presidente de mesa, imposibilidad de los fiscales de acceder al inicio del recuento de votos, sustitución de identidad y toda la cuestión de los problemas con los telegramas.

–A raíz de ese 74 por ciento ustedes plantean la Boleta Única Complementaria…

–Claro. No sólo por lo que pasó en las primarias nacionales sino también porque Tucumán dejó como saldo una gran desconfianza de la ciudadanía sobre el proceso electoral y su transparencia. Desde nuestro punto de vista, la BUC es muy simple de desarrollar y la verdad es que puede servir como una forma muy eficaz de desalentar el robo de boletas. Uno debe preguntarse a quién le sirve que este sistema siga de la misma manera…

–¿De qué depende que se aplique o no la BUC?

–Hay dos bibliotecas. El Gobierno ya dijo que implica una modificación seria del sistema electoral y que se necesita cambiar leyes, por eso la rechazan. Pero hay juristas que piensan que alcanza con una acordada de la Cámara Nacional Electoral (CNE) en la que se ordene la impresión de más BUC para que todos los presidentes de mesa tengan un stock no inferior al 50 por ciento de los empadronados en cada mesa.

Creemos que esto no es un cambio en el sistema sino un retoque en la instrumentación de algo que ya existe, porque recordemos que los ciudadanos que viven en el exterior o están privados de su libertad ya votan con la BUC.

Nosotros este lunes (por hoy) le vamos a presentar a la CNE una batería de propuestas para mejorar el control eleccionario y vamos a argumentar con el pasaje del Código Electoral que les da potestades a los camaristas para tomar una decisión de esta magnitud. Hay que proveer una serie de acciones, por supuesto, como la capacitación de los presidentes de mesa para que sepan cuándo y cómo usar la BUC y cómo escrutarla. Pero faltan 50 días para el 25 de octubre y creemos que hay tiempo.

–¿Se esperaban la negativa del Gobierno a aplicar incluso una medida paliativa como es la BUC?

–El Gobierno dijo que no acepta la BUC, lo dijo Aníbal Fernández y también Alejandro Tullio (director electoral). Acá el problema que tenemos es que el Ejecutivo es juez y parte. ¿Qué otra cosa puede decir el director nacional electoral que respaldar la decisión política del Gobierno? Por eso creemos que en la reforma que se debería debatir el año que viene deberá discutirse la organización de las elecciones por fuera del Ejecutivo. A las pruebas me remito: Cristina Kirchner debió sacar la Dirección Nacional Electoral del Ministerio del Interior porque Florencio Randazzo iba a ser candidato.

Quien debe ser neutral, entonces, resulta que está inmerso dentro de la competencia. Acá la cuestión de fondo es que el sistema electoral actual fue pensado hace décadas para dos grandes partidos nacionales –el radicalismo y el justicialismo- que se controlaban entre sí.

Hoy, si vos no tenés fiscales y no tenés boletas en el cuarto oscuro, te jodés. Este sistema es obsoleto ya que no cuida ni la libertad de elegir a quien uno desea ni tampoco, en el caso del candidato, la libertad de recibir los votos de quienes quieren elegirlo.