Fiscales electorales, guardianes de la república

Garantizar la transparencia de los comicios depende de nosotros, por eso es esencial seguir sumando voluntades para que se respete el resultado de las urnas

Los resultados de las PASO marcaron una tendencia que desvela al oficialismo. Ante la renovación parcial de legisladores, lo que ocurra en las mesas de votación el día de la elección será decisivo y marcará el rumbo de la nación. El país nos demanda redoblar el compromiso cívico, tanto para cumplir con la obligación de votar como para considerar dedicar unas horas a defender la transparencia de los comicios.

La impresión de innumerables papeletas electorales se asocia con maniobras turbias que la boleta única de papel, anhelada por la ciudadanía y aborrecida por la clase política, contribuiría a desterrar. Mientras tanto, sigue siendo imperioso evitar cualquier irregularidad que conduzca a una peligrosa manipulación de datos. Muchos aparatos partidarios están dispuestos a hacer cualquier cosa para asegurarse el triunfo frente a la debilidad de fuerzas políticas sin estructura o poca o nula presencia territorial traducida en falta de fiscales o en insuficiente capacitación.

El aumento de la cantidad de centros de votación que impulsó la pandemia para evitar aglomeraciones también demanda mayor número de autoridades de mesa y de fiscales. Las primeras, presidentes y suplentes, no afiliadas a ningún partido, son designadas por la Justicia Electoral mediante sorteo aunque se admiten postulaciones voluntarias, con un viático por cobrar.

La preparación para ambas funciones es clave para garantizar el control y la transparencia, e incluye estar advertido del amplio abanico de situaciones que suelen presentarse.

Acreditados con poderes emitidos por los partidos, la misión de los fiscales partidarios es vigilar el acto electoral y elevar los reclamos que pudieran corresponder. Observan la votación, cuidan las boletas y los votos de su agrupación y aseguran un control cruzado que hace a la integridad de la elección. La labor de los fiscales generales partidarios cobra relevancia ante eventuales aviesas intenciones de múltiples actores.

Tradicionalmente, los partidos recurren a sus afiliados o colaboradores para fiscalizar y los capacitan para descansar en su buen desempeño. La larga jornada suele incluso dividirse en dos turnos para aliviar las cargas.

Empleados del sector público son generalmente convocados a sumar presencia para el partido oficial, un recurso por demás importante en términos de territorialidad que los partidos de la oposición deberían contrarrestar con mayor empeño.

Muchos argentinos experimentamos fatiga cívica, hartos de los magros resultados de las distintas administraciones, desencantados con una política que, lejos de esperanzarnos, nos produce rechazo y nos expulsa, mucho más a los más jóvenes.

Asistimos a un momento bisagra que nos demanda salir de la comodidad y la anomia. Para que se respete el resultado de las urnas, debemos garantizar una correcta fiscalización. No es momento para relajarse dejando en manos de otros la tarea, porque esos “otros” son claramente insuficientes numéricamente frente al aparato oficial. Muchas personas mayores comprenden la gravedad del momento y están dispuestas, una vez más, a fiscalizar. Serán insustituibles a la hora de aportar su tiempo, pero también para intentar convencer a sus hijos y nietos de tomar también la posta. Se necesitan fuerzas y espíritus jóvenes para sostener la república, un ejército de atlantes que apuesten a revertir los destinos de la nación, convencidos de que Ezeiza no es ni la única ni la mejor salida.

La Red Ser Fiscal es una ONG apartidaria que trabaja desde 2007 en todo el país para concientizar, capacitar y fiscalizar en pos de la transparencia y la república. Tenemos como sociedad el desafío de sumar más fiscales.

Con un sistema electoral obsoleto y anacrónico, pensado en términos de bipartidismo, no podemos dormirnos. Vale la pena el esfuerzo de trabajar por elecciones limpias. La postergada reforma electoral debe poner la vigilancia comicial en manos de una organización autónoma bajo control parlamentario y judicial, para evitar que el Poder Ejecutivo sea juez y parte como hasta aquí, con el fin de promover la equidad, transparencia e integridad en la competencia democrática. Mientras tanto, hagamos campaña para sumar más y mejores fiscales, debidamente capacitados, para la mayor cantidad de mesas y para la fiscalización informática del día de la elección. Queda poco tiempo y urge defender las libertades. Particularmente la esencial libertad de elegir. Cuando el futuro de la república está en juego, cada voto cuenta. Y cuenta también quién los cuente.